«Estuve con Dios y estuve con el diablo, me pelearon, me ganó Dios, me agarré de la mejor mano, de la mano de Dios, me agarre de él y en ningún momento titubeé de que Dios no me iba a sacar de ahí.»
Mario Sepúlveda
Tal vez la noticia de los 33 mineros rescatados de las entrañas de la Mina San José en Chile después de 69 días no tenga nada que ver con nuestra ciudad, pero no se puede negar que esto que parecía ser toda una tragedia se transformó en un triunfo del espíritu humano.
Un poco de dicha de este tipo es la que le hace falta al mundo, de esa que trata sobre superar la adversidad con una actitud positiva, de no perder la esperanza y jamás claudicar.
Me quedo con la imagen del segundo minero, Mario Sepúlveda, electricista con 40 años de edad, emergiendo a la superficie en la «Fenix», gritando y bromeando, desbordando energía, abrazando a todos, para después repartir souvenirs que llevaba en una bolsa amarilla… piedras del refugio subterráneo.
Al menos aquí, nuestros periódicos tuvieron la oportunidad de dejar a un lado su amarillismo.
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