Durante el proceso de implementación de luminarias para la fachada de la Catedral Metropolitana, que consistirá en la colocación de 8 postes de 15 m de altura sobre la banqueta, se realizó el hallazgo de una lápida de uso funerario a 1.25 m de profundidad que data de la primera mitad del siglo XVI, en lo que fue la primera catedral construida por encargo de Hernán Cortés en 1524, la lápida de piedra tallada de 1.87 m de largo, 90 cm de ancho y un espesor de 30 cm, contiene escritura en castellano antiguo alusiva a Miguel de Palomares, canónigo español que fue integrante del primer cabildo eclesiástico de la Catedral de México, durante el obispado de fray Juan de Zumárraga.
Miguel de Palomares, natural de Calahorra y clérigo de Cuenca, llego a México alrededor de 1524, falleciendo en la Capital de la Nueva España en 1542, tres flores de lis talladas hacia la parte media del monumento funerario hacen suponer que pudo estar vinculado a la orden dominica.
La pregunta es ¿cuántos afortunados descubrimientos le faltan a nuestra maravillosa Ciudad de México?, ¿cuántos museos podrían ser creados con estos afortunados descubrimientos?