Segunda parte de un díptico de murales en el Palacio de Bellas Artes dedicados a Cuauhtémoc que integra una narración sobre la conquista de México.
Apoteosis de Cuauhtemoc (1950-1951) celebra un episodio ficticio, imaginario: el dirigente indígena conduce a su pueblo con valentía frente al enemigo. Siqueiros establece un paralelismo con la historia contemporánea, al relacionar la escena con la necesidad de que México se libere de la política estadounidense de la posguerra. Irónicamente, Cuauhtemoc porta la armadura metálica que cargaban los conquistadores españoles, mientras que una fila de figuras humanas sigue sus pasos con el brazo levantado. El centauro español cae derrotado. Siqueiros reivindica así al líder indígena, quien deja de ser el “Águila que cae” para convertirse en un símbolo de la resistencia y la dignidad del pueblo mexicano.
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