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Posts Tagged ‘Templo Mayor’

Entre las primeras inundaciones del año, la segunda vez que nos tiembla en 7 de septiembre, la tercera ola de covid y la cuarta transformación, hemos llegado a la mitad de un camino dónde poco se puede avanzar, como se puede apreciar en la imagen.

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Aquí una representación de un Tzompantli que se encuentra en el interior del Museo del Templo Mayor, el fragmento da una idea de como podrían haber sido aquellos altares de cráneos humanos, principalmente de prisioneros de guerra que fueron sacrificados; según distintas estimaciones el del Templo Mayor medía aproximadamente 60 metros de largo por 10 de ancho, llegando a tener cerca de 60 mil cráneos a la llegada de los españoles en 1521; básicamente su razón de ser era la de honrar a sus dioses, además de servir como un elemento disuasivo que ejemplificaba el control político y religioso que ejercían los mexicas.

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El 21 de febrero de 1978, la escultura de la diosa Coyolxauhqui fue localizada accidentalmente por trabajadores de la compañía de luz y fuerza del centro. Independientemente de que el hallazgo fue muy importante porque dio pie a las investigaciones del Proyecto Templo Mayor, el monumento nos habla sobre la mítica lucha de los poderes diurnos, representados por el dios solar Huitzilopochtli, contra los poderes nocturnos personificados por Coyolxauhqui como deidad lunar.

Debe agregarse que la escultura, originalmente policromada, es una de las obras de arte monumentales más destacadas del pueblo mexica, junto con la Piedra del Sol o Calendario Azteca, la Piedra de Tizoc, la Coatlicue o la Diosa Tlaltecuhtli, encontrada en octubre de 2006 frente al Templo Mayor.

La Coyolxauhqui fue colocada por los mexicas al pie de la escalinata que conducía a la parte superior del Templo Mayor, en la que se encontraba la capilla de Huitzilopochtli que presidía, junto con Tlaloc, ese vital inmueble prehispánico. De esa manera, el Templo Mayor representaba el centro del universo, donde confluían los principales mitos junto con el poder civil y religioso. Actualmente la escultura puede apreciarse en el Museo del Templo Mayor y en su lugar original se instaló una replica.

Descripción extraída de una placa en el museo, cuya explicación es atribuida a Eduardo Matos Moctezuma.

Identificación de los colores de Coyolxauhqui

Coyolxauhqui fue labrada en un bloque de roca volcánica de color rosado claro, el cual probablemente procede de la zona del Cerro del Tenayo, en la cuenca de México. Su circunferencia es irregular, con un diámetro máximo en metros de 3.25 y un mínimo de 3.04; su espesor es de treinta centimetros y su peso aproximado de ocho toneladas . Fue colocada en el Templo Mayor en la época del tlatoani Axayacatl, quien Goberno Tenochtitlan entre 1469 1481, y localizada fortuitamente en su lugar original el 21 de febrero de 1978.

Con el fin de detectar los colores originales alojados en los huecos y porosidades de la escultura, fue necesario diferenciar primero lo que constituían las manchas, grietas, resanes y otros deterioros. Posteriormente, se humedeció cada parte con hisopo de algodón impregnado de agua y alcohol a partes iguales, utilizándose lámparas equipadas con focos de varias intensidades y lupas con diferentes aumentos.

Salvo en aquellas partes donde existe una delgada capa blanca de estuco, los colores fueron aplicados sobre un fondo rojo y corresponden al mismo patrón cromático presente en otras esculturas, relieves y pinturas murales del recinto sagrado de Tenochtitlan:

Rojo
Plomatia
(Óxido de hierro)

Blanco
Calcita
(Carbonato de calcio)

Cafe
Carbón vegetal
(Carbonato de calcio)

Amarillo
Goetita
(Óxido hidratado de hierro)

Azul
Azul Maya
(Comvinación de hojas de añil con arcilla paligorskita)

La recreación cromática se logra mediante un programa de computación que permite dirigir áreas de color en secuencia hacia los diferentes elementos que integran la escultura, así como aproximar los tonos de los pigmentos originales. La proyección es reflejada por un espejo, de manera que la luz no incide directamente sobre la pieza y por lo tanto no le produce daño alguno. Asimismo, la tonalidad de los colores observados pueden variar en función de las condiciones lumínicas naturales.

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En el Museo del Templo Mayor del Centro Historico, una placa explica lo siguiente:

El señor del Inframundo era representado como un ser semi-descarnado, con cabellos crespos, garras y en posición de ataque. Junto con su mujer Mictecacihuatl habitaba en el Mictlan, lugar ancho, obscuro, sin ventanas y sin salida. Se creía que a este sitio, región del eterno extravío y del sueño del olvido, se dirigiría el alma o teyolia de aquellos que morían por enfermedad común o vejez. El trayecto para llegar al Mictlan duraba cuatro años, durante los cuales el difunto debía recorrer nueve parajes llenos de peligros.

Esta escultura de cerámica de tamaño natural, compuesta por cinco segmentos ensamblados mediante un soporte metálico interno diseñado por restauradores, fue encontrada junto con otra de iguales características en el edificio conocido como la «Casa de las Águilas». Ambas fueron colocadas sobre las banquetas que flaqueaban el acceso norte del edificio, y gracias a las investigaciones realizadas, podemos saber que los mexicas les hacían ofrecimientos de sangre.

Mictlantecuhtli está representado con el hígado colgando de la cavidad torácica. En esta víscera, estrechamente relacionada con el Inframundo, residía otra de las entidades anímicas o almas: el ihiyotl. Ademas esta representación conserva restos de pigmento, de estuco y tiene orificios en la cabeza, los cuales probablemente servían para colocar cabello crespo.

La excavación de ambas esculturas duró cinco meses y debido a las condiciones de humedad, así como la presión de los sedimentos, las piezas se encontraron en cientos de fragmentos, por lo que fue necesario realizar un minucioso trabajo de restauración.

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Finalmente los leones de Chapultepec, los de bronce, los de la entrada al bosque, aquellos que originalmente fueron concebidos para custodiar la entrada al Palacio Legislativo que anhelaba Porfirio Díaz y que termino siendo varios años después el Monumento a la Revolución, pudieron salir de sus jaulas de madera que los desapareció de la faz de la tierra por muchos meses para encontrarse con este panorama.

La Estela de Luz,aún sin luz, por fin esta lista para ser entregada después de más de quince meses de retraso, aunque como se puede apreciar todavía no se puede acceder al área; definitivamente el Ángel de la Independencia no tiene de que preocuparse, seguirá siendo el emblema de nuestra ciudad por otros cien años.

No se puede negar que le ayuda a lucirse el estar prácticamente junto a la Torre Mayor, pero habría que verla de noche y ahora si con su propia iluminación.

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Esto es interesantisimo, vale la pena hacer clic sobre la imagen para poder ampliarla y leer El informe al rey de Hernán Cortés en su segunda carta de relación en 1522, El asombro del conquistador de Bernal Díaz del Castillo en su historia verdadera de la conquista de la Nueva España de 1568 y El testimonio del fraile de Fray Toribio de Benavente «Motolinía» en 1549.

Y si a estos españoles representantes del rey y de dios les pareció sorprendente lo que descubrieron sus ojos en la ciudad de Tenochtitlan… ¿Porqué nosotros pasando nuestra vida entera viviendo en esta ciudad ni siquiera le damos una visitadita a nuestros museos?, deberíamos de ir por lo menos una vez al año al Museo de Antropología y al Museo del Templo Mayor, es una lastima que nuestros hijos conozcan estas maravillas gracias a que en las escuelas los obligan a ir, deberíamos de inculcarles un poco de aprecio por nuestra cultura.

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