Ernesto Pugibet es, para algunos que andan por el Centro Histórico, un busto que esta ahí desde 1921 y que pareciera observar a la gente que circula sobre Ayuntamiento, también es una calle al otro lado de la Plaza de San Juan pasando la iglesia del Buen Tono y por último es el Mercado de San Juan Ernesto Pugibet que se localiza muy cerca, pero este personaje es mucho más que estas tres referencias.
Ernest Pugibet nacio en Saint-Martory, Haute-Garonne, Francia, el 12 de mayo de 1853, fue un empresario franco-mexicano fundador de la fábrica de cigarros El Buen Tono, S. A, fue parte de la textilera San Ildefonso y la Cervecería Moctezuma de Orizaba, entre muchas otras empresas, como la Compañía Explotadora de las Fuerzas Hidráulicas de San Ildefonso S.A., la cual abastecía en 1897 a la ciudad de México con una parte de la energía que iluminaba las calles y movía a las industrias.
A continuación una reseña de Don Ernesto Pugibet y del Buen Tono.
Ernesto Pugibet viajó de Francia a Cuba, donde aprendió todo lo relacionado con el cultivo del tabaco y la manufactura de cigarros; a su llegada a México, instaló una fábrica cigarrera a la que dio el nombre de El Buen Tono. La señora Guadalupe Portilla, esposa de Ernesto Pugibet, presumiblemente fue quien aportó el capital para la creación de la fábrica, que inició como un pequeño negocio familiar ubicado en la calle de Puente Quebrado; lugar en el que laboraron artesanalmente cerca de seis años. En un inicio, la producción de
la pequeña cigarrera fue distribuida por el mismo Pugibet; pero la buena aceptación de sus productos y el aumento del público consumidor lo obligaron a delegar responsabilidades y la distribución alcanzó un nivel internacional.
Alrededor de 1890 Pugibet y su esposa compraron los terrenos que pertenecían al Convento de Monjas de San Juan de la Penitencia y construyeron allí una fábrica cuyo nuevo domicilio era “Plaza de San Juan 218”, ubicada en las actuales calles de Buen Tono y Ernesto Pugibet, en el Centro Histórico del Distrito Federal; lugar en el que ahora se encuentran una torre de Teléfonos de México, un jardín en el que se exhibe un busto del empresario, la iglesia que él mandó construir y un mercado de artesanías.
El cambio de domicilio respondió al crecimiento de la producción y representó el incremento de su capital social y de su infraestructura. Durante un viaje a Francia, Ernesto Pugibet conoció a Anatolio Eduardo Decouflé, inventor de una máquina capaz de fabricar cigarros sin pegamento. Con gran interés por esta innovación, el empresario francés compró el derecho exclusivo de usar ese mecanismo en la República Mexicana. La máquina Decouflé marcó una nueva etapa de producción en El Buen Tono en total beneficio para los consumidores. En 1893 Ernesto Pugibet y su esposa crearon una sociedad anónima junto con los señores Andrés Eizaguirre y Francisco Pérez Vizcaino. De esa asociación surgió la Compañía Manufacturera de Cigarros sin Pegamento El Buen Tono, S. A., con un capital social de un millón de pesos.
Seis años más tarde, en 1899, después de relacionarse con importantes comerciantes y miembros del gobierno, fue firmada una nueva escritura que disolvió la antigua sociedad y la sustituyó por la Compañía Manufacturera de Cigarros sin Pegamento El Buen Tono S.A., con otros miembros y cuyo capital social se encontraba en los dos y medio millones de pesos. Para 1904 el capital social de la cigarrera aumentó a cinco millones de pesos, lo que indica que en cinco años lograron duplicar su capital. Al iniciar el siglo XX la cigarrera tuvo mayor aceptación por parte del público consumidor y para satisfacer la demanda se vio en la necesidad de aumentar su fuerza de trabajo. En 1912 El Buen Tono contaba con un capital social de diez millones de pesos.
Ese periodo de incremento económico estuvo acompañado por la publicidad que la cigarrera realizó entre los años de 1904 a 1914 en historietas publicadas en diversos diarios.
El año de 1912 es importante en la historia de la cigarrera, pues el éxito económico de la fábrica permitió que Ernesto Pugibet construyera una fuente que proveyó de agua al barrio de San Juan, así como una iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe (en honor a su
esposa), ubicada dentro de los terrenos de la empresa y que tenía como objetivo proporcionar servicios religiosos a los trabajadores y directivos de El Buen Tono; además construyó lo que él llamó “colonias”, conjuntos de casas destinadas a los trabajadores administrativos, con la idea de mejorar su calidad de vida y reducir el trayecto entre el lugar de residencia y el laboral.
El capital social con el que contaba la empresa en 1912 se mantuvo constante hasta 1922.
Las estructuras de la fábrica y de la iglesia de El Buen Tono estaban hechas de hierro, material muy resistente usado comúnmente en las construcciones de finales de siglo XIX y principios de siglo XX. La estructura de El Buen Tono fue recubierta y su construcción lució un acabado estilo francés, como lo podemos ver en la iglesia que aún se conserva.
Para evitar que el gobierno les quitara la propiedad de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe durante la llamada revuelta cristera, los trabajadores de El Buen Tono colocaron en ella pacas de tabaco procesado y sin procesar, cajas de papel para la oficina y la convirtieron en una bodega. Cuando los representantes del gobierno llegaron con orden de cerrar la iglesia y clausurar los servicios, quedaron sorprendidos y no pudieron hacer nada pues se trataba de una bodega más de la misma fábrica. De esa manera El Buen Tono logró conservar el inmueble y al término del problema religioso la iglesia regresó a la normalidad.
En 1961, el Buen Tono cerró sus operaciones y fue adquirida por la
Tabacalera Mexicana (hoy CIGATAM) perteneciente a Grupo Carso.
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