En 1921, cuando este recinto albergaba la Sala de Discusiones Libres y la Oficina de la Campaña contra el Analfabetismo, Roberto Montenegro inició la elaboración de este mural, como un nuevo altar a la sabiduría.
Originalmente, la figura central era un hombre desnudo e indefenso, apenas cubierto con una manta y con los atributos tradicionales del martirio de San Sebastián; posteriormente, se cambió la imagen por la de un guerrero ataviado con una armadura de tal forma que representara la posición del hombre como eje del universo.
El mural incluye a doce mujeres, las cuales refieren a los doce frutos del árbol de la vida e insinúa la presencia del espíritu y la materia en el eterno devenir del Universo.
La escena del mural contiene detalles derivados de las artes populares regionales, e incluye en la fronda del árbol diversos elementos animales y vegetales, con lo cual se sugiere un vínculo ineludible con la naturaleza para acceder a la sabiduría.
adicionalmente el inmueble cuenta con los vitrales La vendedora de pericos, El jarabe tapatío y el escudo de la Universidad Nacional de México, así como los mosaicos y ornamentos de los arcos elaborados por Jorge Enciso, Gabriel Fernández Ledesma, Eduardo Villaseñor, y el propio Roberto Montenegro. Sin duda un ejemplo del arte mexicano de principios del siglo XX que logró integrar de manera armónica la pintura del mural con la arquitectura del recinto.
El árbol de la ciencia o El árbol de la vida en el ex Templo de San Pedro y San Pablo, que hasta hace poco fue sede del Museo de la Luz, hoy, Museo de las Constituciones.
Acción supera al Destino
¡Vence!
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