Sin duda, uno de esos pequeños placeres peatonales a los que se tiene acceso mientras se recorren a pie las calles de nuestra ciudad que nunca acaban, es el de encontrarse con simpáticas criaturas del reino animal, como este cánido, que a pesar de su gesto de fastidio en ese tediosísimo encierro, parece añorar el momento en que su amo lo paseé por el parque aunque sea un rato nomás…
Claro, nos damos cuenta de todos esos pequeños placeres peatonales siempre y cuando no vayamos caminando con un gesto de fastidio, todo agobiados por nuestros problemas, sin percatarnos de la belleza de las cosas simples.