Nuestro Zócalo no siempre ha sido un espacio abierto donde no existe otra cosa además del asta bandera, alguna vez tuvo jardines, tuvo árboles, tranvías, Pegasos de Querol prestandos y fuentes que hoy viven en la Doctores, tuvo al Parian y al Caballito de Tolsá, también hubo una picota, una horca y un quiosco que Don Antonio Escandón le obsequió a la ciudad en 1878.
Ese parece ser el propósito de éste quiosco desmontable que apareció junto a unas velarias con motivo de la llegada de la primavera, recordarnos que en algún momento de nuestra historia existió un quiosco que originalmente se encontraba en la contra esquina de la ubicación que se aprecia en la imagen, pequeñas cosas tan simples pero jamás insignificantes que siempre deberíamos recordar.