Pintura al fresco sobre aparejo
1966
Venustiano Carranza se yergue, pluma en mano, más allá de la destrucción que dejó tras de sí la Revolución Mexicana, para redactar y firmar los decretos y leyes que institucionalizaron el movimiento. La mano que señala al cielo simboliza la justicia y la razón. El ejército constitucionalista, desfilando pertrechado, simboliza la fuerza de las armas.
A la izquierda de Carranza, y protegidos por el águila, emblema nacional, se observan los rostros de los Constituyentes de 1917.
En conjunto, el mural sintetiza una concepción heroica y monumental de las bases constitucionales que han sustentado al México surgido de la Revolución iniciada en 1917.
Data in situ
Cuentan que para ejecutarlo leyó varios libros sobre la vida del constituyente, después expresó entonces ya conocer a Carranza, por lo que ya lo podía pintar en el Museo de Historia del Castillo de Chapultepec, permaneció alrededor de un año junto a su hijo Jorge González Camarena Saint Leu de 17 años de edad, quien participaba como su ayudante, esto como «castigo» por haber sido expulsado de la escuela, así lo menciona el mismo hijo de González Camarena, y además agrega en un articulo publicado en El Universal hace unos diez años lo siguiente:
«En ese momento empezó mi chamba, que se convirtió en el año más importante de mi vida, fue mi formación no sólo como hombre sino también como profesional, ya que en el transcurso de la realización de este mural fui aprendiendo cómo se manejaban diferentes materiales como la fibra de vidrio, óleos, acrílicos, etcétera. También, sin darme cuenta, aprendí aritmética, geometría, composición y descomposición de los elementos, de tal manera que al haber lavado los pinceles y preparado los materiales aprendí a diseñar. Fue un año de trabajo muy intenso, sin horario, a tal grado que teníamos no sólo una cocina improvisada, sino también dos catres, de esa forma puedo presumir que soy uno de los pocos mexicanos que ha vivido en el Castillo de Chapultepec».
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